Algunos quedaron a medio camino
con sus rostros jóvenes,
risueños, casi inmaculados.
La muerte siempre se hace acompañar
de rostros jóvenes.
Otros hemos proseguido.
Nuestro rostro acumula decepciones,
fracasos, engaños
y árboles secos.
Pero, también es cierto,
un raro hálito de vida
que nos hace sonreír
en horas insospechadas.
Martín Lucía
0 comentarios:
Publicar un comentario