
Último tango.
Leonardo Faillace
Florida.Argentina. 1957.
Si el deseo pudiera extenderse como la suave mermelada de arándanos en las mañana de domingo, mientras el café regurgita en la cocina, exultante y odorante, le hubiese sido fácil levantarse y tomar a Yasmina de la mano. Recordaba aquel último gotán, mientras el crepúsculo languidecía hacia el ocaso. Sus ojos ardían como la llama devorada en el crepitar sereno de la chimenea en invierno. Deshaciéndose, poco a poco, en la lucidez rotunda de las pupilas titilantes de aquella.Pensó, en aquel entonces, que precisamente a esta altura con los faroles aparecía más intenso si cabe este ardor que atravesaba su pecho de parte a parte. Y le hacia bendecir en sus labios este último baile antes de despedirse.
El porche se extendía a todo lo largo del lateral de la casa. Su situación privilegiada, permitía observar el último desgarro de luz sobre las nubes arreboladas. Se encontraba flanqueado por pérgolas y arriates en toda su longitud. Las fragancias del dulce y excitante jazmín, encaramado en la frescura de la noche, unido a la seductora y suave dama de noche con ribetes de hermoso cortejo, complementaban el cric-cric de los grillos. El estío fraguaba la calima en la frondosidad de los alrededores, colmado por naranjos en plena ebullición floral.
No les hacía falta música. El bandeón se aliviaba en la comisura de sus labios, en ese amar por esperar, en ese esperar para amar, aunque sea lo último, lo definitivo, el incalculable tránsito hacia lo amado y perdido. Las cinturas zigzagueantes como las teclas del piano que recorren el perfil del amor. La tenue luz en las cuerdas del violín que enmudecía mientras, los cortes, quebradas y firuletes los sometían a una constante soflama . Sobre el entarimado deslizaban sus pasos con una cadencia rítmica elevada al paroxismo. Las venas parecían hablar en el silencio cada vez más oscuro e impenetrable, escuchando el cuerpo del otro.
Cuando terminó el baile, las manos de Yasmina aliviaron mis sienes. Se anudaron a la espalda. Me apoyé sobre una de las columnas Dejó intacta mi boca y besó mi pecho sudoroso a través de la camisa. Lentamente se dejó mecer hasta la cintura. Trasminaba la frescura del río. El lento fluir de sus aguas irrigaba de cierta templanza la investidura febril que me invadía. A babucha, con una lentitud exasperante, entreabrió la pernera. Su mano izquierda pellizcaba mi tetilla derecha, a la par que la derecha, lo desabotonaba hasta que la gorra de vasco se erigió en norte y guía. Quedé atónito por la exquisita profusión de arrullos y murmullos entrecortados. Después de gotanear, aquel inesperado manejo de la situación por su parte había trastocado todos sus planes. El vino blanco se calentaba en las copas, al igual que el deseo no se redimía de la incandescencia consumida en la boca de Yasmina a empellones. En un breve momento de lucidez, le acaricié la nuca hasta llegar a la coronilla, no sin antes mesar el largo pelo castaño. La hice ascender y fijando una mirada pérdida y naufraga, se babeó de tanta complacencia. En un giro de 180º, la invité, sin dejar de admirar la intensidad de sus ojos verdes, a la barandilla entre columna y columna que sostenía la pérgola. A lo lejos, las lejanas luces de Buenos Aires hacían de aquella, una isla columbrada en el inmenso e impenetrable azul noche. Yasmina, apoyó su pie izquierdo, desnudo sobre el pasamanos. Previamente, se había descalzado con hábilidad. Rendía culto a la invocación de mis dedos que como hormigas, avanzaban hacia la entrepierna una vez iniciaron la senda desde el talón. Éstas se retraían por momentos para inmediatamente, ascender con decisión. Lo que provocaba en ella un desquiciado ruego que exultaba mi boca. La luna refulgía entre densos cúmulos estirados sobre la distancia azul del horizonte y la remembranza de horas pasadas, retornaba al aliento que humedecía la pantorrilla. El delirio hendía los gemidos que me acompañaban, emboscado entre la lengua y su piel salada, absorbente. Trémulo albor el que contenía su concha. El olor a almizcle espeso se liberó en el aire noctámbulo con tal fuerza que no recuerdo el suceso en su completa secuencia. A la mañana siguiente, la luz del día inundaba tibiamente el regazo de Yasmina. Un sueño profundo cubría su desnudez. Me fije en sus tobillos y un helor sacudió mi estómago. La redondez de sus dos caras huesudas pero estéticamente fornidas por el baile, le añadían ese halo de intensa determinación como la que había provocado el tango a contraluz, servido en sus propios cuerpos. Sus menudos dedos y las uñas pintadas de gules, se descubrían sensuales en su propia quietud. Se vistió, deleitándose en la contemplación de
El último tango se bailaba en su corazón. Y sus labios musitaban:
Tango querido
que ya pa’ siempre pasó,
como pucho consumió
las delicias de mi vida
que hoy cenizas sólo son.
Notas: las palabras escritas en negrita y cursiva, corresponden al argot utilizado en el Río de
Asimismo, quiero dedicar la parte de este hermoso cuento comunal que me corresponde a Eytán Lasca- Szalit, Karol Arcique, Araceli y Salvador Moreno Valencia, copartícipes de esta creación. Y especialmente a Natalia y Amparo por su decidido empeño en dinamizar este inefable espacio que poblamos en Letras Filtras. Gracias por vuestra generosidad queridos y entrañables amigas y amigos. Besos y abrazos de vida.
GOTÁN
(pop.) Vesr. de Tango.
(pop.) Expresión alusiva a que las cosas han llegado a un punto tal que ya han dejado de interesar.
FIRULETE
(pop.) Avalorio (FJS.); adorno prolijo (LS.); adorno de mal gusto (TG.)/ / innecesario; adorno o cosa superflua (FJS.)// paso de baile complicado; figura, corte, quebrada o mudanza en el baile para lucimiento.
A BABUCHAS
(pop.) A horcajadas.
GORRA DE VASCO
(pop.) Pene (AD).
GOTANEAR
(pop.) Bailar el Tango.
A EMPELLONES
(pop.) Con violencia.
BABEARSE
(pop.) Sentirse muy complacido o halagado.
BABEARSE POR ALGO
(pop.) Desearlo intensamente.
CONCHA
(pop.) Vagina (LCV), crica, Partes pudendas de la mujer, especialmente el pubis con la vulva (TG.).
MILONGUEAR
(pop.) Bailar
PUCHO
(quich. Puchu) Corta porción de una cosa// sobrante, resto, residuo// cigarrillo (BRA); colilla de cigarrillo (LS.).
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