Baratillo Joven. CreAcción Poética.
Nuestra poética.
Nuestra poética.
En el descubrimiento de la complicidad humana también se advierte la necesidad de comunicarnos y hacernos partícipes de una voz que no sucumbe al tiempo ni a las circunstancias.
Desde el albor de la naciente y vibrante garganta humana, episodios transversales han jalonado su existencia y su visión. En ésta se encuentran esa peculiar perspectiva de nuestro derredor y su interpretación asumida como un reto expresivo y artístico. Aún sin saber que tal hecho se produce.
Tras milenios de tránsito, los seres humanos continuamos en la permanente búsqueda de estas formas artísticas que nos liberen y nos alivien. Pero, en la mayoría de las ocasiones, ésta ha sido individual y se ha convertido en un frenético e innato acto de irreflexivas consecuencias que ha logrado cegarnos frente al resto, rehusando a la aspiración del horizonte de los sueños colectivos.
No obstante, hay quienes han perseguido el arte, en general, y la poesía, en particular, como iluminaria de la vida, haciendo de éste un ejercicio que llega y debe llegar más allá de la periferia de uno mismo. Es más, que se posa y reposa en el otro.
Es ahí, en ese intercambio, donde el ejercicio artístico y poético atesora su máxima intensidad: el descubrimiento de que La Poesía puede cambiarnos y nosotros al mundo. Un mundo en el que cada quién y cada cual se hace insustituible. Porque es el suyo, el de sus propias circunstancias, sean cuales sean éstas.
Y en ellos La Palabra Entregada siembra y sembrará su creacción con fruición libertaria, desde una actividad colectiva, en el esfuerzo, e individual, en la primera conciencia, pues esta conciencia individual aboga por ser única, personal y singular.
Las vivencias de cada miembro constituyen el acervo de mayor y preciado valor para y de este grupo. La confluencia en la heterogeneidad de aquellas redunda en la riqueza de matices y pertenencias ofrecidas en el festín de la creatividad. Y se convierte en un discorde poético que revela el aspecto exclusivo y personal de cada una de nosotras y nosotros. Amalgama de emociones y mosaico de plural diseño abierto siempre a las nuevas corrientes (sin considerarlas ni siquiera externas).
En este ejercicio individualmente grupal concebimos La Poesía como un acto de catarsis y un acto de descubrimiento permanente en sus diversos atavíos, formas y maneras. Todo es susceptible de ser, de hacer, de convertirse en poesía (mediante los elementos).
Defendemos el carácter catárquico y escénico de la poesía, verdadero escenario de vida. Escaparate, cabaret anímico, ruptura del miedo escénico interno; un frente a frente con las pasiones humanas hechas mero espectáculo. Un seducir, inquietar, amar, herir, acariciar al lector desde la voz del papel.
Y defendemos la poesía como un acto de descubrimiento y de entrega: cada verso escrito es un jirón de lo que hemos sido, de lo que seremos.
Nos entregamos a la Poesía, de igual modo que en cada unos de nuestros actos entregamos una flor, metáfora poética perfecta.
La Flor es un premeditado hecho de belleza y amor, que, aunque puede parecer anodino por la ligereza sobre la que se pasa, normalmente, por los pequeños actos, es un elemento avivador que oxigena el alma. Es una herramienta subversiva y generadora de un Mundo Nuevo.
Y en el verso y en la flor nos entregamos a nosotros mismos. Nos envolvemos en un acto de generosidad expresiva. La Flor, en el propio aroma que manifiesta, con tremenda simplicidad, manifiesta también el alma de los hombres y mujeres de paz. La palabra es el sonido que nos advierte de la cercanía y sublimación de La Poesía. La flor, su aroma, su pequeña metáfora perfecta.
Así pues, sólo admitimos como presupuestos el no presuponer más nada que la necesidad de la poesía y su existencia omnipresente. Siempre desde una búsqueda activa, en el camino, y un respeto y entrega inquebrantable hacia la misma.
En esta indagación continuada la interacción se revela como primordial: La Palabra Entregada germina bajo el auspicio del destinatario, del lector. En él radica la agitadora fuerza de nuestra creación poética. En su libre interpretación y respuesta para con nosotros.
Y sólo en los demás y con ellos, nuestra palabra adquiere su verdadera esencia.
Abiertas por siempre, están las puertas...
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