El mundo está lleno de vacío, hay nieve a la venta y susurros de pequeñas sintonías; hay un soplo de una música tonificante, un tren en un andén apartado y una película que no te gustaría ver. Y si me adentro un poco más…, a veces, siento que somos tiradores sin bala en la recámara, que los miedos salen pero para esconderse debajo de la mesa y que mis ojos tampoco tienen ganas de ese reflejo que me esperaba panza arriba.
Londres se viste de lunares en agosto, en las tiendas se pueden adquirir caparazones repletos de escapularios y el horizonte es una línea firme tan sólo en los dibujos; hay tardes en las que me acojona uno de ésos fantasmas a los que daba por vencidos, cierro los ojos y me doy cuenta de que no hay nada que sea tan complejo como para evitar que gire como una veleta y, para más inri, al final soy una una Amelie consternada. Y si me sumerjo un poco más (que no quiero), me vuelvo loca de puro mareo y me da por masticar aquellas palabras que me dicen un “la vida está llena de destiempos”, aquellas que hoy mismo dije yo.
Y… no sé porqué siempre tiene que haber un "pero", no comprendo eso de que la vida me dé mordiscos de pececitos o por qué, a veces, me escapo hasta de mis propios dedos sin poder acariciar aquellas crisálidas en la orilla del Guadalquivir; tan sólo veo como vuelvo a hacer uso de aquellas formas y formas de marear el hielo de mi granizada de limón. Tal vez será que Steely Dan me deja un alma de fado, que me tiemblan las manos si soy yo la que descuelga el teléfono.... o que los problemas me sorprenden a las cuatro de la mañana de hoy.
De "Alma de Fado" hace tiempo,
pero... aunque a veces releer me aterroriza,
otras me hace no escribir algo semejante.
Escrito el 31-05-07
Besos de insomnio,
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