miércoles, 27 de mayo de 2009

Los varones

Aprendieron a estar en soledad sin disimulo.
Añoraron la lluvia, su sonar, su protocolo
aun cuando la tierra se enarbolaba
húmeda, juvenil, apasionada.
Rehusaron el olvido como obligación y alivio
y aprendieron a recordar, también, sin disimulo.
¿Quién no dejó su sangre en las nostalgias?
Asumieron que no eran perfectos
y que, en ciertas ocasiones,
fueron pájaros en ramas secas.
Que ahora son pájaros secos en ramas en flor.
Siempre, todo esto, sin saber apenas nada.

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