lunes, 1 de junio de 2009

Mis huesos son para ti

El lóbrego cielo abovedado.
Su amenaza de caída repentina
me mella.
Mis huesos son para ti, te digo.
Sólo alcanzo a silabear esto:
“Mis huesos, son para ti.”
La amenaza es cierta.
El miedo, preciso y acertado.
Todo se ha ido convirtiendo en insalvable.
Al menos, reposo en tu predisposición.
Sé que sabes
que mis huesos
son para ti.
Sé que les proporcionarás adecuados
retiro y aposento
mientras la herrumbre cede
y mi rostro se reconfigura
en sentido inverso a la vida.
Yo sólo soy un enfermo.
Sé que lo comprendiste
cuando hallaste palomas muertas
bajo mi almohada.
Sé que sabes y asumes elegante y exquisita
mi condición desperfecta y,
por momentos, patética.
Pero, es que sólo soy un enfermo.
No obstante, óyeme bien, queda una esperanza:
mis huesos aún son de hueso.
Aprovecha, pues, su último ejercicio de resistencia
y dales agua y metáforas, por este orden.
Quizás la mañana no procure mi sombra.
Sé que has entendido la premura de todo esto.
Sé que te precipitarás deudora
de lo que aún nos espera.
Toma cada uno de estos huesos que te pertenecen
y hazlos míos, amor, entonces.

Si quieres ver el vídeo de este poema, pica aquí.

2 comentarios:

Madeja de Palabras dijo...

La elegancia de Leonard Cohen y la necesidad del amor que cala los huesos, deshaciéndolos.

Precioso, ML.

ML dijo...

Leonard Cohen es La Elegancia.
Si esto es una comparación... ¡gracias!

Mil gracias, LC.